A exceso de felicidad

Esta mañana salí de casa algunos minutos más tarde que lo acostumbrado. El frío ya provoca que me duela un poco la rodilla. Es un dolor de esos que evocan añejos recuerdos.

La puerta de la cochera necesita urgente un ajuste reparador y algunas gotas de aceite en el mecanismo también, son necesarias. Casi inconscientemente este nuevo proyecto va a parar a la lista de cosas por hacer y seguramente también a la lista de cosas por olvidar.

De un tiempo a esta parte es increíble la cantidad de propósitos que se me van quedando en el olvido.

En cambio, ya ven un simple dolor es capaz de evocar con mucha fuerza un antiguo recuerdo, de esos que por lejanos a veces damos fácilmente por perdidos y olvidados para siempre.

Pero no, tus recuerdos no... Los tuyos no... Al contrario a veces incluso, me da por pensar que tus recuerdos crecen y se ensancha más en mi memoria con los años.

Y como no evocarlos,como no rescatarlos de vez en cuando,si fue entre tus calles,

Valparaíso de mis momentos, en donde “corretié” a mi infancia coleccionando vivencias.

Entre tus calles, mis sueños mejores se forjaron, bajando de dos en dos los escalones y mirando al mar... 

Y serían luego tus noches, tus locas noches entre cerros coloridos, las cómplices de mis imprudencias.


Los perros porteños, como testigos acusadores a ladridos despertaban a las vecinas, las que magullando una grosería se volteaban del revés y se volvían a dormir.

Una de ellas, la más bella, cerrando la ventana con la mitad de una sonrisa complacida forjada en la clandestinidad, también, se disponía a soñar la madrugada entre sábanas arrugadas...

En motocicleta me lleva el recuerdo ahora, cerro abajo, zigzagueando tarros y letreros y atropellando baches...

Los 100 centímetros cúbicos " pinchados", que llevaba entre las botas y los “Lewis” gastados, bramaban con fuerza insultando al silencio por el escape libre de mi Yamaha 100 de cinco velocidades.

Mi juventud, mi preciada y corta juventud, viajaba conmigo a horcajadas sobre mis hombros. Los ojos rasgados, la bufanda al viento, los brazos abiertos gritando su nombre... Mientras, la brisa marina nos despeinaba los sentidos y se robaba su fragancia. La otra mitad de una sonrisa complacida, se aferraba juguetona de un incipiente bigote juvenil.  Y quizás, en alta mar un mercante marinero se rascaba la frente, bajo su gorro de lana de color azul marino.


Fue una noche de esas mágicas aquella, pero maldita a la vez, ya que el diablo, como yo, también andaba afuera entre los cerros porteños torciendo los destinos, me vio seguramente, bajando tan raudo y feliz por la calle toda mía, que por envidia me eligió.

Fue saliendo de la curva esa que tomé con la moto acostadita cuando me tendió su trampa... al enderezar un bache creció y creció y creció... Tanto, que de pronto abrió sus fauces y se convirtió en plena calle, en un inmenso cauce destapado.

Tal vez, no fue muy buena idea zigzaguear letreros, pensaba mientras volaba por los aires hacía un incierto y forzoso aterrizaje.

Desperté, cuando una micro verde mar, seguramente la última de la noche,circulaba muy despacio cerro arriba, mirándome con sus innumerables pares de ojos curiosos e incriminatorios. Les devolví la mirada desde mi camilla metálica implorando lástima, aunque sea por mi bota ensangrentada, pero no la conseguí... Al voltear la cabeza y por entre las piernas del camillero, divise a la Yamaha 100 de cinco cambios, que algunos metros más allá, se debatía  entre las colillas, mientras un oficial sin sentimientos la apresaba sin piedad arrastrándola hacia la orilla...

Mi juventud, que salió ilesa, cabizbaja se vino conmigo en la ambulancia, sintiéndose culpable.


De aquel desafortunado episodio, contar queda, que mi rodilla y la Yamaha de cinco velocidades, se llevaron la peor parte, no así el mecánico de cabecera de esta, que sin duda se llevó la mejor. Mi padre, pobrecito, sin tener arte ni parte, por ser por aquel entonces, único auspiciador  de mi  despreocupada juventud, se tuvo a regañadientes que poner con una gran parte. Para pagar el arreglo, las lesiones, las botas nuevas y también, el “manso parte”... que tan injustamente me cursaron, por zigzaguear letreros,

por exceso de felicidad con escape libre, por vuelo no autorizado en zona de baches y por conducir bajo los efectos embriagadores de los besos clandestinos, de mujer ajena.

Mi juventud confesa, resultó culpable de todos los cargos, pero no quiso arrepentirse y al tiempo se dio a la fuga, llevándose  mi media mitad de sonrisa complacida y dejándome a cambio este recuerdo, que es así, como de esos para siempre y un dolor en la rodilla, que me vuelve cuando el frío...

Desprovisto de incentivos

El tiempo es cabronazo, atrevido y malintencionado. A propósito, parece que nos entrega un poquito de cordura y discernimiento cuando ya es tarde, cuando los entuertos y locuras ya están instaladas en el pasado y la manchada hoja de servicios ya es un lastre en la mochila.
No es muy leal que digamos, entregarte las mejores posibilidades bien tarde en el ciclo de la vida. Cuando al mismo tiempo, te está mermando la fuerza y quitando la energía día a día...
Es, manía enfermiza parece, la que tiene el tiempo. Esa, la de entregarte las más tiernas manzanas cuando ya los dientes no te acompañan...
De qué sirve prendarte ahora, tan tarde de las flores que siempre regala la vida. Si, cuando joven las ignorabas y pisoteabas y ni las veías siquiera.
Poco impresiona ir ahora, ufano por los albores, portando una mejorada versión de ti, maquillada de sensatez. Cuando ya, tu imperfecta versión anterior, ha cimentado más de alguna de las sendas transitadas, con grises mentiras y con matices de falsedad.
De qué sirve por fin, aprender tan tarde a domesticar a las metáforas, si estás, insatisfechas se escapan igual, por la ventana abierta de la desilusión y del hastío.
La resignación, que cuando viene, llega para quedarse. no consuela. Más bien, aturde y como en un coma asistido, se quedan entonces, las ganas, los propósitos, las iniciativas.
Desprovisto de incentivos aún es más veloz el tiempo y el hombre se consume y aunque, todos sabemos e intuimos que este siempre se acaba. Nunca nos detenemos a pensar en lo rápido que pasa realmente. Es tan efímera la vida...
A veces, nos quedamos estáticos, inmoble, mirando pasar los días, como quien, un paisaje desde la ventanilla de un tren. Como quien, desde un quinto piso mira un parque en día soleado, sin bajar allí, a posar los pies descalzos sobre los prados y sentirse niño otra vez, con el sol en la cara.

El tiempo perdido, también es tiempo pasado.

Guiños de colores

La guirnalda de luces, en alegre cascada baja serpenteando y parpadeando guiños de colores, desde la copa del pino navideño.

Comienza su viaje, desde los mismísimos pies de la estrella de Belén, qué domina en las alturas.

Esa... La que de iluminar sendas, sabe un resto y de guiar antiguos y hermosos recuerdos hasta mi memoria sabe mucho más… Y lo hace y lo consigue cada año.

Entre, delicadas serpentinas multicolores y frágiles esferas quebradizas, continúa su viaje la guirnalda pino abajo iluminando las sonrisas... Entre, las figuritas que adornan y decoran colgando de las verdes ramas, parpadean sus lucecitas juguetonas.

Entre, “artísticos” adornos moldeados en plastilina endurecida, obra y regalo de mis hijos en los años primeros. Cuando recién comenzaban ellos, a moldearme la vida. Serpentea, casi lagrimeando la guirnalda luminosa... Y envuelve y enrolla también en su viaje, a esas antiguas tarjetas de saludos navideños, enviadas por familiares y amigos tan cercanos y tan lejanos a la vez.

Esas, que llegaban por el correo de toda la vida recuerdo y las que acostumbrábamos a poner entre las ramas del arbolito…Y desde entonces, se han ido acumulando con el tiempo y aparecen siempre, cada año entre los adornos navideños para remecernos los sentimientos.

Hay algunas, que tanto duelen ya... Como la mismísima ausencia definitiva.

Cuando se es niño, la Navidad, nos colma de ilusiones y sonrisas y se vive intensamente. Como no desempolvar aquí, por ejemplo, a la famosa “Mini”. La bicicleta de moda por aquellos años, con sus azules y sus cromados, que apareció junto al arbolito, aquel 25 de diciembre, tempranito. Con mi nombre estampado en una tarjetita colorida colgando del timbre.

Que rebosante de felicidad, se me vio pedaleando por el patio esa mañana, en aquellas navidades que aún recuerdo con cariño.

Después, con los años. Lamentablemente, se va como ensombreciendo la ilusión y la Navidad, deja de ser fundamental… O no sé. Simplemente, perdemos el rumbo, perdemos su esencia, su verdadero espíritu y significado. Y naufragamos sin mucha resistencia en la masa que todo lo necesita. Autoconsumiéndonos a propósito, desde el bolsillo mismo, en una espiral consumista que nos consume. (?)

¿Y para qué? No lo sé…

Quizás, solo para ver, satisfechos e inflados desde nuestro sillón, en la esperada noche de autos. Cómo nuestros hijos… (Adolescentes ya por entonces, los míos). Desempaquetan a desgarros sus relucientes y electrónicos regalos cibernéticos y navideños, que molan un montón, por cierto, pero que endeudan y aprietan otro tanto. Mientras, las pantuflas, la bufanda, los calcetines con rombos, y otros preciados regalos recibidos con entusiasmo en la ocasión, se amontonan en las rodillas...Y el arbolito armado a la rápida y cómodamente sintético, parpadea sus lucecitas de colores, como con un singular reproche un poco irónico desde el rincón. Y más reservada o preocupada, se torna entonces, la sonrisa…

Luego, más de alguna Navidad, tranquilita y solitaria se me asoma también en el recuerdo… Solo con mi costilla inseparable. Sin niños, me veo en el salón… Cuando la pandilla, o los pololos de turno, nos robaban tempranito la atención de los querubines, que partían a recolectar sus vivencias propias… Y ahí nos quedábamos, “La naranja entera” esperándoles, como lo hicieron alguna vez, con nosotros nuestros padres… Es ley de vida, te contaban los mayores que ya lo habían vívido… Y tú, no te lo crees o no quieres hacerlo y te preguntas con tristeza…

¿Cómo es que crecieron tan rápido? ¿Cuándo dejaron de ser niños? Y el perro, se tiende también, con melancolía a nuestros pies a esperar con nosotros. Mientras, la televisión intenta consolarnos a musicales…Y el arbolito sin entusiasmo parpadea desganado.

Pero, en fin. Eso es agua ya pasada. Ahora, el aroma a pan de pascua y a canela, se adueñan otra vez, de los rincones de esta casa. El ponche en leche reemplaza ya, a la cerveza en mi vaso. Y hasta un patético gorrito pascuero se le antoja por estas fechas a mi verso.

¿Y qué más da? Si me pongo melancólico.

Erróneamente, nos da por pensar a los adultos que, en la edad madura. La Navidad, ya se comienza a vivir en pasado...

¡Que tontería!

Hoy, son mis nietos los que llenan de vida revoltosa este salón. Son ellos, los que cuelgan sus obras de plastilina en el arbolito navideño de los abuelos… Y son ellos, los que aún siguen y de qué manera, moldeándo a su antojo, la cada vez más arrugada vida que me queda y consiguen, sin mucho esfuerzo, les aseguro… Que la ilusión navideña, parpadee aún, guiños de colores en mi corazón. Como la guirnalda de luces, lo hace eufórica otra vez, en el arbolito.

¡Feliz navidad para todos!…

sergiocamposm.com

Puro porompompon nomás


Velerito blanco...

Llevame de aqui...(?)

¡Noooo! ...No era así. ¿Parece que estoy equivocado?... No era velerito....

Mantelito blanco, será entonces, ¿pues?...

¡Siii...eso!... El de la humilde mesa...


Mantelito blanco,

llevame de aquí... (?)


¡Claro!... Como no sea volando... ¿Y porque no?...

Como Aladino, que volaba en un mantel por todos lados (?)...

¿O era una alfombra?... jajajaja...Estoy confundido parece...

Sí, estoy seguro, de que era Aladino, y que pilotaba una alfombra... Sí, él era… y tenía además, una lámpara mágica y maravillosa, ¿se acuerdan? que a propósito... una vez le manifesté a ella, más cariñoso que la cresta, que me gustaría tener una lamparita de esas para regalársela...


¿Y para qué quiero yo, una de esas? preguntó. -

Y yo, más gil...Con mi mejor sonrisa le dije. –

Para que encierres para siempre el maldito genio que tienes...


Y se manifestó... ¡En serio! Se manifestó… ¡Milagro, milagro!

El maldito genio, fue ahí mismo, que se manifestó…

Y se abrieron entonces, todas las puertas del infierno...

Igualito como cuando el Beto, de Plaza Sésamo dijo “Ábrete ídem” (?).

0 no? ... No fue el Beto? ... ¡Nooo!... Ese fue, el Ali Babá...

Si, pues, fue cuándo quería entrar al congreso...(?)

¿O fue a la cueva de los cuarenta ladrones donde quería entrar?...

No sé...Pero ¡claro! cómo otra vez, se estaban subiendo la dieta parlamentaria, sus señorías,

cualquiera se equivoca...


Pero, en fin… La cosa es que:


Caballito blanco

bamboleo, bamboleo…


No me suena, para nada, más bien, eso parece que es cosa del señor Iglesias.

Pero no el de la coleta, no, el otro, el del caballo viejo de la sabana…

Si pues; ese, el que estaba enamorado de la luna (?)

¿O era un torito, el que andaba picado de la araña y de joté, con la luminosa?…

Sí... Era un torito parece. El Ferdinando, creo que se llamaba...

Ese pues, al que le gustaba olisquear las flores...


¡Uoooh!... Vieron, qué palabra más bonita esta… “Olisquear”,

¿No les parece pituca? repitan conmigo. OLISQUEAR… A mí me encantó…

Mejor me la guardo para después, para cuando me den ganas de olisquearle el Kacharel…

Jajaja… Al perfume que le regalé me refiero, mal pensados...

¡Que mentes... que mentes!


Pero, en serio... "Caballito blanco, llévame de aquí"... No puede ser, no...

No me suena les digo… Además, no era blanco, era azul. Y no era caballito, era unicornio y más encima,

andaba extraviado... Se le perdió a un señor cubano, que era bien amigo del fidel (?)

¿O enemigo era? ...

No sé, no estoy seguro…Eso mejor, lo googlean ustedes mismos para más veracidad...


Lo que, si sé, es que del unicornio extraviado nunca más se supo. Y si lo habrán encontrado o no, al pobre animal, todavía es un enigma... Aunque, llegó uno, diciendo que lo habían visto por el caminito que lleva a Belén, pero era pista falsa, porque resultó ser un burro...

¡Si, en serio! Un burro, que venía con una muchacha y una guitarra...(?)

¿O era un cabro chico con un tambor, que venía?...

¡Bueno!... No importa, al final, puro Poronpompón no más...

Porque ahora, ya es lo de menos... Al cabo que no interesa,

porque. ¿sabes qué?... ¡Olvídalo!...

Prefiero que no te lleven para ninguna parte.

Ni en velero, ni en alfombra, ni en unicornio…


Quédate aquí conmigo mejor.

Luna Semipolar-izada

Cómo es una curiosa luna trasnochadora la que se asoma por la "idem" semi polarizada de mi coche... O por el parabrisas, mejor dicho, para que se entienda. Es que, este escrito que nace tiene todas las papeletas para nacer romántico. Cumple a cabalidad todas las condiciones y expectativas.
Es que de romanticismo la luna sabe un rato. Y mejor mensajera del amor no se encuentra, aunque, se busque a la luz de "la idem" y de las velas también. No es, solo por capricho que es siempre, la hermosa luna, el regalo más recurrente y codiciado por Romeos enamorados, para obsequiar generosos a sus Julietas ilusionadas...


No es por casualidad, que siempre, es la invitada más recurrida a la canción romántica de la temporada, la que tararean los amantes embobados, suspendidos y flotando por las nubes, evocando en sueños a sus Dulcineas.
¡Si, claro que sí! ... Definitivamente, razones hay y de sobra, para que esté escrito que nace, lo haga romántico. Y como no, si hasta los toros se enamoran de ella.
Es, solo que… Es solo que, hoy hace frío y la Luna está tiritando y llorando desconsoladamente, dejando caer copiosamente sus copos de blanca nieve por la comarca.
¿Serán copos llorados por amor me pregunto?
¡Quién sabe! la cosa es que los grados que hacen, son bajo cero y son negativos. Como lo es este escrito también,

de frases tan heladas.
Y la luna de mi coche blanquita, blanquita, ya me retrasa de solo mirarla...
(El parabrisas para que se entienda) ...
Y ésta; Además, se encuentra cubierta de hielo y de pingüinos (a la luna semi polarizada me sigo refiriendo).

Y yo, raspando y raspando con mitones, solo atino a despotricar en lengua extraña improperios irreproducibles.

En tan desfavorables condiciones, es normal, que el romanticismo congelado, se fuera a las pailas.
Se fue "pá adentro", creo, a abrigarse en mi corazón temperado.
Se fue, seguramente, con la intención de volver tal vez, más adelante.
Quizás, para cuando una tarde veraniega, para cuando un anochecer sosegado...
Volver; trayendo espero, a los confiscados versos románticos, a la maravillosa luna brillante y nueva.

Los que, en esta madrugada, raspando y raspando, me reservo, porque reconozco no me salen…
Confieso, que no me nacen... no me nacen. 

Atasco de abril


Cuando el reloj acusa las 9:37 de esta mañana soleada de abril, le dicto al inteligente de mi celular estas ideas sin norte, sin rumbo y sin aspiraciones. Hoy, solo 7 miserables grados adornan el ambiente; esto, según un visor en el tablero de mi coche que todo lo sabe y todo lo cuenta.

Solo siete grados, una cifra modesta y fría que, sin embargo, se sienten y resultan felizmente, mucho más confortables sentado en la comodidad de esta maravilla de la ingeniería moderna que me abriga. Mi flamante cacharrito híbrido y recién lavado que conduzco y que me hace sentir más ecológico que nunca esta mañana y menos contaminante y contaminado. Aunque, estoy seguro de que cambiante e inconformista como soy, esta sensación desaparecerá en el transcurso del día y volveré sin duda a percibir a este maltratado mundo nuestro, nuevamente, como la cloaca universal en la que lo estamos convirtiendo.

De momento, les comento que sentado al volante del híbrido moreno, navego acompasadamente en un atasco mañanero que se mueve lentamente hacia el sur de la ciudad por el anillo número 3, entre cámaras acusetes y peajes cobradores.

¡Que putada! Generalmente, son los fríos madrugadores del alba los que me acompañan en este desplazamiento y me libran de estos inconvenientes. Más, esta semana, por elección del destino qué mal eligió, me toca el turno remolón…

Sí; ahora, es el turno de tarde el que me corresponde, el que me afecta y el que impone este horario menos matutino. Yo que soy madrugador por naturaleza, no le encuentro ventajas a esto. Personalmente prefiero el turno mañanero. Salir de casa a las cinco de la mañana con la oscuridad aun emponchando a la madrugada y yo, reinando a mis anchas con mi negrito veloz por las carreteras solitarias, sin más retenciones que las estrictamente necesarias que dictan las señalizaciones correspondientes, por supuesto.

Y aunque, este turno de tarde sea mucho más benévolo con la almohada y me brinda la posibilidad de retozar un poco más en el colchón. Esto a mí, no me sirve de mucho y no veo ventajas como dije, ya que generalmente, yo siempre le gano a las premuras de la alarma y me río de ella cuando grita eufórica sus decibeles para despertarme... Siendo que yo, ya estoy despierto hace rato y esperando al acecho su grito histérico, para asestarle un certero manotazo y condenarla otra vez al silencio por las próximas veinticuatro horas.

¡Pero bueno! Por ahora, continúa avanzando la mañana y se despliega con su imparable precisión de reloj. Ya son las 9 ,45 y en camino, aunque, atascado en el tráfico como ya les comenté.

El sol, hace rato que ya se asomó con sus rayitos embusteros que no calientan, pero igual revolotean por las sonrisas de los despreocupados, intentando ocultar a duras penas la frialdad de los 7 grados... Lo mismo que yo, que intento también sin éxito ocultar este mal genio que ya se está manifestando en este inesperado atasco de abril... Mes este; por cierto, que siempre nos llega con sus consabidos y esperados augurios primaverales. 7 grados y con sol, suelen ser muy bien recibidos. Sobre todo, por aquellos a quienes el reloj no persigue o simplemente por aquellos que van de optimistas por la vida. No es mi caso, yo tengo mis reparos de gruñón. A mí, los minuteros me acosan y persiguen casi siempre... Y también, todavía tengo en consideración que aún perduran muy fresquitas en el recuerdo las recientes escarchas invernales. Además, los mitones y bufandas continúan siendo necesaria compañía y lejos están de comenzar por fin a desaparecer en los canastos y cajones del armario.

Cierto es, que los tímidos rayitos de sol disimulan la frialdad de esta temperatura aún mezquina y yo disimulo mi mal genio en este atasco o lo intento por lo menos. El reloj ya empuja y la irritación se asoma por debajo del apuró... El atraso es evidente, entrar tarde y llegar tarde no combina ni con el negro de mi coche.

Mis descargas entonces, en contra de los trabajos viales en el túnel, que coartan mi normal circulación, atentando arteramente en contra de mi presión arterial y de mi paz interior. La que ya, empieza a estar en pie de guerra con el mundo entero.

Y a propósito de guerra, vieron como el ruso desquiciado ese, aún sigue tocándole la oreja a la humanidad y al destino, ciego por su ambición de poder y grandeza, que lo empequeñecen aún más a los ojos del mundo creo yo. Sí por mí fuera, hace rato que ya histérico y furioso le hubiese gritado ¡Tonto!...

Y los otros; qué me dicen de los otros, los del oriente medio, que aún siguen mostrándose los dientes por rencores añejos y por boberías arcaicas y obsoletas de moros y cristianos...

¡Que tontería más grande! Cuántas muertes, cuentas víctimas por culpa de la religión y del fanatismo. Claro, y sin considerar o considerando por supuesto, todo lo que esto conlleva, todo lo que esto significa para el resto de la humanidad.

Yo reciclo, tú reciclas, él recicla, nosotros reciclamos ¿y ellos?...

Ellos, contaminan con su odio, con su mierda, con su maquinaria de guerra, destruyendo plantaciones y ciudades y contaminando de muerte, destrucción, hambre, horror y desolación, ciudades, pueblos, caminos, destinos y conciencias. Siguen dicen, a ese ficticio Dios que se inventaron. ¿A ese Dios con metralleta, drones y armamento nuclear para que les guíe y les muestre el camino hacia... (?) La Paz y el amor entre hermanos será?

No me cuadra saben, agarrarlos a coscorrones y dejarlos sin Wifi sería poco castigo para lo que se merecen…

No me cuadra, no termina de cuadrarme y de tanto no cuadrarme, me descuadra. Una reflexión aquí más profunda sobre la dualidad de nuestras vidas: sería lo suyo. La lucha entre la comodidad del presente y la preocupación por el futuro tan incierto del planeta, vendría al caso. La sensación de ser parte de un mundo que se deteriora, que se autodestruye, es una sombra que se cierne sobre nosotros y amerita mucho más, por cierto, que estas líneas desbocadas y sin peso… Por eso, mejor en este punto me quedo, me chanto y no sigo por ahí... Que esto sí, que es motivo justificado de mal genio y a mí, la irritación ya se me escapa por los bramidos innecesarios del motor del híbrido moreno que reclama por abrirse paso y avanzar... Creo, que lo ecológico ya se me fue a la cresta esta mañana, ya que desperdicio sin razón, voltios, protones y neutrones… Y uno que otro, chupito de bencina por el tubo de escape de mi negro bólido atascado… Pero bramador.

¡En fin! Por suerte, si logro ignorar la contingencia y hago mis ejercicios de auto relajación, todo va mejor... Atrasado voy a llegar de todas maneras, aunque despotrique... A veces, pienso que tal vez, el enfado que tengo sea también, por culpa de la desidia y el alejamiento prolongado que me aqueja... Mi cuaderno me reclama y yo lo ignoro. Mis escritos, mis poemas me reclaman y yo los ignoro. Quizás, vuelva pronto quisiera anunciar, pero no me sale… Y eso, que aún me quedan historias por contar. De momento, solo la idea y la intención me acompañan mientras, más resignado y entregado a mi atraso, sigo navegando lenta y acompasadamente hacia el sur, en este inesperado atasco de abril que me salió al camino.

La vida es de momentos

    Saben, Me dio por mostrarles este vídeo una vez más. Corresponde a la llegada de Alexander, mi segundo nieto hace 12 años atrás y no es coincidencia ni capricho, esto tiene indiscutiblemente su porqué... Los sentimientos ya maduros que vertí en estos versos en ese momento son los mismos que, desbocados estoy sintiendo precisamente ahora, en que mi hija acaba de entrar una vez más al pabellón de la ilusión y de las esperanzas. Va por un nuevo miembro para esta familia. Pronto llegará, viene pisando fuerte y apretando... Avisando a los retorcijones su llegada.

Esperábamos con ancias este día, con toda la impaciencia de abuela tejedora y de hermano mayor con sus reparos de hijo único... Quien, por cierto, hasta ahora, estaba en clara desventaja frente a sus primos más cercanos, los que ya son dos. Lo necesitábamos, estábamos impacientes esperando su arribo.

Sobre todo, yo; qué llevo en la mochila del pasado tantas caricias, consejos y abrazos de abuelo, reprimidos aquí en el pecho. Por exceso de ausencia creo... o falta de contacto quizás. O por derroche de distancia simplemente...

No lo sé, sin excusas ni motivos me declaro. o excusas poco claras más bien... y motivos rebuscados que atrincheran.

Venganza de la vida, ya saben, puñetazos del destino… Que, por cierto, nada tienen que ver con esta alegría inmensa que me remece y desborda ahora... Pero claro, abrazos reprimidos como son, escuecen a veces como estaca el alma y la conciencia. aunque, intento no se note...

“Qué la vida es de momentos...

de tristezas, de alegrías,

de drama, de comedia

de circo de cahuín...

A veces huele a mierda,

otras veces a Jazmín” …

¡Y vaya! cuanto tiempo ha pasado ya desde cuando se quedaron estos versos pendiendo de una reflexión larguísima qué me despaché sin miramientos y sin aviso cuándo cumplí los sesenta años… Y que ahora, a mi parecer creo; modestia de por medio, han ido macerando bastante bien con el tiempo y me hacen cada vez más sentido...

Qué la vida es de momentos y este, es momento de alegría infinita y voy a celebrar a concho este grandioso acontecimiento y a corazón abierto.

Seguro estoy, que los abrazos reprimidos que les menciono y que me desvelan a veces, se quedarán aquí en el pecho calientitos, acompañándome por siempre esperando por un mejor momento...

Porque los nuevos… Los nuevos abrazos de abuelo que tú generas con tu llegada nieto mío, esos; esos son solo tuyos y son a raudales. Y qué sean los jazmines los que huelan para siempre en este día nieto mío, en qué conmemoraremos tu llegada.

Y desde ya, que lo sepas, tienes una cita ineludible y muy importante con los arrumacos de tu abuela tejedora y una responsabilidad de por vida con mi alegría de abuelo juguetón. No olvidemos por cierto, de agradecer a tu hermano que sin saberlo a cooperado con su propio video en tu bienvenida.

Ya que a mí, lamentablemente me pilla desvalido tu llegada, desvalido, despojado, desprovisto de versos y de prosas y se niegan a volar de poesías mis palabras. te prometo que... Ahora que has venido, Quizás, tal vez...

Quizás, tal vez… Ahora, que has venido.

Bienvenido, al abrazo de tus padres de tu hermano, los abuelos, de tus tíos y tus primos... Y por supuesto, Bienvenido a tu sitio reservado para siempre en esta familia nieto mio.

Bienvenido… A nuestras vidas.

sergiocamposm.com

Como una exhalación 

Como una exhalación... Sí, así me parece que se fue de rápido este año. Como una exhalación... Horas, días, meses, fueron adquiriendo rápidamente su etiqueta de vividos y con velocidad de suspiro, les he ido tarjando con apatía en el almanaque y con desdén.

Ya sólo nos queda el raspadito de la olla. Solo el último mes o los últimos días de este, el mes del pesebre. El que algunos, menos mal, aún lo disfrutan y lo viven con ilusión a pesar de todo.

El próximo año ya se asoma a la vuelta de la esquina. Viene, pavoneándose de su juventud, viene, esgrimiendo y ofreciendo a quien apetezca, sus flamantes nuevas oportunidades y sus nuevos comienzos... Los que ideales resultan, por cierto, y oportunos para planes inconclusos y sueños por cumplir...

A estos, por lo menos yo, los suelo arrastrar a duras penas hasta el último día de diciembre y cual pajarillos enjaulados los vuelvo a liberar otra vez en enero, para que vuelen en busca de esos nuevos comienzos, que se vislumbran prometedores.

A algunos planes por supuesto, los inviables, los doy por perdidos por el camino y por rotos e irrealizables a los sueños muy ambiciosos. Con los años liberar lastre es ejercicio productivo lo verán. No se puede ir arrastrando por siempre una mochila muy pesada.

Hacer un inventario es también por supuesto, otro ejercicio aconsejable en los finales. Lo ganado, lo perdido, lo empeñado y lo apostado...

Yo, por ejemplo, sin duda que he ganado en mi mal genio.

Antes, tan esquivo que este siempre me fue. Y ahora, a raudales me sobra y me desborda.

He ganado también, y en buena hora, en la capacidad de pasar de todo. Cosa, que no conseguía y que he adquirido finalmente a los porrazos. Pasar absolutamente de todo... De todo, lo que me molesta, me provoca, me irrita o me perturba.

Felizmente, por fin lo he entendido y mi paz interior ha ido cobrando un valor inusitado que no le daba.

Claro, que este “pasar de todo” y mi mal genio, no se llevan para nada y no se entienden. Continuamente, los ángeles y demonios dentro de mí se enzarzan en batallas campales que muchas veces, terminan en explosión desbocada, si gana mi mal genio o en una siesta reparadora si lo contrario.

Sin duda, que con esta nueva tendencia que me abraza he ido hiriendo y acumulando víctimas inocentes y de las otras a mi paso. La habilidad de ir disparando improperios a diestra y a mansalva también es ganancia…

Aunque, lo que sí, he notado colateralmente es que la sensibilidad, que también, me sobraba, ahora, me falta y pasó lamentablemente a pérdida en el arqueo de mi inventario. Y la poca que aún me abriga, me queda corta y apenas si me alcanza para soltar lagrimones si vienen al caso mientras me devoro una serie de Netflix entre los cojines de mi sillón... Pero, para escribir de sentimientos, como, por ejemplo:

“Regreso madre… para verte

Regreso, a buscar la paz

en la verdad de tu palabra.

Regreso, a beber

en la fuente de agua clara,

Que me brinda tu presencia,

tu mirada…”

Para eso, ya no me sirve. La sensibilidad, ya no me sirve, no me aflora o no me sale… Aunque, ni falta ya me hace… Creo.

Lo preocupante eso sí, Además, de esto y lo más grave, es que la ilusión, también, está en rojo en mi balance. También, pasó a pérdida en mi inventario y a pérdida irreparable, que es peor. No sé, qué pasó con ella. se escapó tal vez, por alguna ventana abierta de esas que dan al hastío. Se fue la ilusión, dejando tan solo desilusiones y como no… Desilusiones, por los canastos y en las repisas. Desilusiones, por los pasillos y entre renglones… Y qué lástima porque la extraño… A la ilusión me refiero. La utilizaba por estas fechas para “ilusionarme” con la llegada de la navidad y adornaba “ilusionado” con guirnaldas la casa iluminando sus rincones con esmero.

Pero este año, no.

No… Porque en el sillón de mi recreo me quedo atornillado y vegetando.

Sin ilusión. La oscuridad tal vez inunde las murallas... Y las guirnaldas quizás, ni el polvo pierdan en esta navidad y en su caja se queden encerradas sin parpadear.

Pero, que necesaria es la ilusión, cuando escasean hasta las sonrisas por diciembre… Que necesaria.

La ilusión es importante, la extraño, ya les dije…

¿Porque la habré perdido? ¿Será acaso por culpa de esas guerras sin sentido con las que nos machacan incansables desde el telediario? ¿Será acaso, por los bombardeos en Ucrania o el horrendo genocidio en Gaza? o ¿Será tal vez, por causa de los desastres naturales que matan y que asolan por doquier, que la perdí?

No, no creo que sea por eso. Ya les dije que ahora me habita la apatía y que paso de todo...

Paso de todo lo que me molesta, me acongoja, me abate o me deprime… Paso.

Paso olímpicamente de todo… o me gustaría hacerlo...

Total, con la sensibilidad brillando por su ausencia como la tengo, no podría ser de otra forma.

Por tanto, pienso que más bien ha de ser por culpa de mi entretenida serie de Netflix, que la perdí. A la ilusión digo…

Es que ni tiempo me queda ahora, para salir a colgar guirnaldas y alumbrar rincones o para abrir ventanas que den más seguido a la armonía.. ni menos para escribir cosas más profundas o en claves menos inversas… Como, por ejemplo,

“Y ellos que pedían cara…

Y les vino a tocar la cruz”

Y se les fue a negro el alma

Y ellos que buscaban luz”

De todas maneras, para terminar y aunque bien adelantado, les deseo a todos una muy… ¡Feliz navidad!... Por si no los veo antes O por si no recupero la ilusión y no escribo más hasta quien sabe qué próximo después…

¡Feliz navidad para todos!... Y espero de corazón, que tengan una muy… Pero muy próspera nueva exhalación...

Un abrazo, Cuídense.

Cosas de abuelo


Otra vez de madrugada, sentado en mi coche a las 5:30 de la mañana y a bostezo limpio comienza mi día. A estas horas, en que la cabeza suele estar más despejada, debiera tal vez, ser más fácil adornar con palabras a los pensamientos y a las alegrías. Lo intento, pero amanecí bloqueado esta mañana y me distraigo. Serán seguramente, los cinco grados bajo cero los que impiden que mis frases salgan alegremente como quisiera a formarse sin tantos reparos en esta hoja en blanco que se ofrece.

Pero no; no lo hacen, luchan y se resisten. Me da por pensar que prefieren quedarse arropadas, calentitas y a buen resguardo en su abrigado silencio acogedor… Y no dichas por tanto y no escritas se quedan las ideas, las palabras… Y cual divertido pasacalle de carnaval, desfilan entonces, y se suceden las tomas falsas y los intentos fallidos.


¡Qué lástima! Porque hoy, he venido aquí con la genuina intención de atrapar en mi cuaderno y para ustedes, la historia alegre que me ronda, pero no hay manera, y eso que me sobran los motivos.

La obscuridad, aún lo abraza todo y se resiste a la retirada. El sol, creo que no se atreve a despertar a la mañana y pareciera que, a esta, le gusta hacerse esperar.

En algún lugar será verano, pienso, mientras busco y busco la forma de soltar esta alegría que tengo sin más rodeos y preámbulos. Pero se me dificulta el proceso. Y no es que los años me vayan tornando más amargado, que eso también... Esta vez, creo, que es más bien la oscuridad reinante la que me convence de que hay algunos momentos en que resulta más fácil y natural ir de triste por los renglones.


“Al mal tiempo, buena cara” dice la sabiduría popular. Pero resulta que, de momento no hace mal tiempo por aquí. Hace frío sí, pero no mal tiempo. Por lo tanto, razones para “buena cara” tampoco sobran. Más bien; escasean...

"Son tiempos convulsos y el cuerpo lo sabe y se entristece"…

Así, rezará tal vez mi nuevo eslogan en Instagram… Que, a propósito, lo tengo en pausa y no lo alimento hace más de dos años. Aunque, de un tiempo a esta parte jugueteo con la idea de regresar en algún enero venidero…

Quizás, lo haga, que ya toca.


En fin, ahora que, ya les dije que tengo una alegría importante que comunicar, no podría finalizar por aquí este relato sin hacerlo. Aunque, francamente he comenzado a dudar que este escrito se merezca la exclusiva.

Mi alegría, es como un As bajo la manga en realidad… Sí, que lo es... Es que, es una alegría verdadera e infalible y a la que siempre recurro en tiempos de sequía, precisamente por infalible.

Es a la llegada de mi nuevo nieto que recurro… A mi nuevo nieto que arribó a nosotros repartiendo aún más esperanza y mucha felicidad a esta familia. que esa, nunca esta demás, nunca sobra y siempre es poca… Su sonrisa, podría intentar describirla para ustedes a ser eso posible, pero siempre me quedó corto de verbos y adjetivos y ni los epítetos le hacen justicia...

Hoy, precisamente hoy, cumple su primer año de vida y esa es la exclusiva. Su primer añito de sonrisas y descubrimientos.

Y ahí, ahora a cuenta de esto mismo, es que me gatea feliz por el recuerdo pidiéndome con su sonrisa linterna, que les cuente de esto y que le persiga por el salón, como lo hizo precisamente, en su última visita… Y yo, por supuesto, lo hago...Lo hice. le sigo detrás, riendo feliz alrededor de la mesa y hablándole como idiota o como jetón…

Cosas de abuelo ya saben.

Y de pronto, todos los problemas del mundo se minimizan en estas correrías y una alegría desbordante y una pena bonita disfrazada de ternura o de melancolía inexplicable, me asaltan y me recorren a escalofríos… Cosas de abuelo, ya saben.

Que lindo ser dueño de esa inmensa capacidad de robarse el cariño y la atención de todos y de despertar amor allí por dónde vaya y por donde le lleven... Y esto, gratuitamente y sin esperar nada a cambio. Solo, necesitas ser un ser humano para que él te quiera, o un perrito... Él, sólo sabe (sin saberlo) repartir felicidad y más felicidad.


¡Feliz cumpleaños! Nieto mío gracias, por llegar a nuestras vidas. Te quiero mucho, que lo sepas.

"Te quiero una pila, una cachá y un montón "...


Y eso era, solo eso...Lo siento, de verdad lo siento y me lo perdonan y no me lo sumen, si piensan que al final me he puesto empalagoso y patético con esto… Cosas de abuelo, ya saben.

Es que, con el viento y la pluma a favor de los sentimientos, se navega por ellos con más sinceridad…. y con menos (o más) aprensiones e incertidumbres…

Y embobado le miro, desde mi sillón, embobado y feliz le miro evolucionar por el salón y gatear contento tras la perrita que le soporta con paciencia.

Y yo, feliz le miro y se desbocan los pensamientos…


¡Claro que sí! Como dudarlo… ¡Por supuesto que sí!

Aún quedará y les dejaremos como herencia, un hermoso planeta a nuestros nietos, a nuestros niños… Y a todos los niños del mundo por supuesto.

Y será verde, lo verán... y será benévolo. ¡Claro que sí!

Aún quedará un futuro luminoso para ellos… ¿Y como no?

Y será esplendoroso y reluciente, lo verán... !Claro que sí!...

Cosas del abuelo… Ya saben.

Con pelela y todo

"En nombre de Dios y la Virgen santa," exclamaba mi abuela María, cuando lo malo...
Incluso, cambiaba rápidamente, "Santa", por "Santísima", para enfatizar aún más, si lo acontecido subía a categoría de catástrofe ...
Y esto seguramente, fue lo mismo que exclamaba mi mujer, cuando lo del terremoto del 85... Mientras, corría escaleras abajo, desde un quinto piso de un edificio de apartamentos, bien poco antisísmico, como los de aquellos tiempos…

Que bajar corriendo por las escaleras, para una muchacha de 25 años, no era gran cosa en condiciones normales. Pero, Lo difícil, era hacerlo en pleno movimiento telúrico y con la doblemente preciada carga que transportaba…
Una, en su abultada barriga y la otra, entre sus brazos fuertes y protectores…

Mi futura hija, de solo seis meses de gestación, bajó con ella, aferrándose y columpiándose divertida, de su cordón umbilical. Y entre sus brazos, bien agarrado a su cuello, mi hijo, que por aquellos entonces, ya se estiraba por sobre los 3 añitos y estaba sentado en la pelela en medio del salón, justo en el mismo momento del remezón. Y ella, como un rayo, reaccionando más rápido que yo. lo agarró “con pelela y todo” y barriga de por medio, corrió con él, escaleras abajo, intentando no voltearlo, como quien corre con una olla de lentejas entre las manos.
Y como en inusual carrera de postas, en algún momento de la loca estampida, intenté hacerme con el relevo, pero ella nunca quiso soltar el testigo y se quedó con el, cómo trofeo, hasta que llegamos a destino y felizmente no lo volteó... Ni a él, ni tampoco a "Las lentejas de la pelela" que; eso sí, hubiese sido aún más caótico, si es que cabe.

Finalmente, con toda la parentela corriendo detrás, llegamos, sanos y asustados al escampado que servía de estacionamiento en las inmediaciones del edificio; en donde mi niño, sin entender mucho de lo que pasaba, pudo seguir respondiendo al llamado de la naturaleza... Y mi niña, en el vientre acogedor de su madre, pudo sin mayores contratiempos, seguir meciéndose tranquilamente en su cordón y gestando su belleza… Y todo esto, entre réplicas y sirenas y entre vecinas histéricas que vociferaban por sus críos, en nombre de Dios y la Virgen santísima, buscándolos entre la multitud y santiguándose de miedo a cada movimiento.

Con un ojo cerrado

En materia de energía no vamos siempre solo a criticar lo malo, sin resaltar lo bueno.

Miren esta fotografía, fue capturada por mí desde un automóvil...

En el norte de Chile fue. En Iquique para ser más preciso, subiendo por el camino culebrero bajo el sol...

Llevabamos rumbo hacía Alto Hospicio, hacía las abandonadas salitreras y hacía las sequedades del desierto. como los mineros en la cantata...

Con la cámara en la mano y el ojo izquierdo cerrado, más por costumbre que por necesidad y con el asombro balanceandose en mis gafas,  le daba y le daba al obturador...



  !Ejaleee!... "Obturador" 

Siempre me produce extraño goce atrapar alguna "palabra en sepia" en los renglones. Será que por  antiguas estas deleitan como reliquias"

Aunque, en honor a la verdad mi obturador actual No pasa de ser un simple botón digital que ni suena el pobre y al característico sonido que tanto me gustaba; ahora, lo llevo tan solo en el recuerdo.


Pero bueno, les contaba que iba yo, subiendo la cuesta acomodado en mi butaca de pasajero privilegiado, disfrutando y deleitando la vista con las hermosas postales de la ciudad desde la altura. Disparando y disparando.  Clic, Clic... Clic, Clic... 


Explorando y desarrollando con nula destreza mi pasión por la fotografía iba, embelesado iba, subiendo por la pendiente  y creando recuerdos eternos con cada imagen capturada.

A los edificios del barrio alto Clic Clic... que quedan en el bajo.

Y a las casitas de los barrios bajos Clic Clic... que quedan en lo alto.

Y a los parapentes Clic Clic... que surcaban el azulado.

Y al que tranquilo te baña...Clic Clic... que presumía inmensidad.

Y a todo lo que osase ponerse en frente de mi lente y mi obturador virtual... Clic Clic...

Me decía "Ven"...

Y  yo no fui porque no me mando solo...


Pero Le hice eso si, un par de fotos, Clic Clic... que las miraré algún día comiendo chocolates.


Y era en estos menesteres que me entretenía cuando, disparé mi obturador una vez más, klik klik...

Atrapando esta imagen en el camino.


A lo lejos, la playa Cavancha se ofrecía generosa

con su espuma ceñida y su arena mojada...

!Mirad! energía solar en las bombonas...

Una placa solar en cada foco... !Fijense, Fijense!... Para que no se note la pobreza.

?Que bien no?

Y la bandera al fondo flameando a su aire, para que no se vaya a pensar que hay truco....







Al ver estos paneles solares y fotografíarlos, les aseguro que una sonrisa me hizo cosquillas en un recuerdo nuevecito que tenía... 

Tan solo tres días antes, en otro automóvil, en otra hora, otro escenario, otra región...

Mismo país y mismísimo obturador virtual.


Desde otra carretera, vi como remolinos gigantes, atrapaban neutrones y protones a manotazos...

Y nacían entonces, en cada giro los voltios luminosos entre los montes de Ovalle y Coquimbo.


Me contaron eso sí, que con tanto manotazo a los cuatro vientos y en su obsesión por los voltios.

A veces, sin querer los gigantescos molinos "voltiaban" de un chirlo a los pájaros distraídos que caían aniquilados en el acto, por una buena causa ajena...

Y que se hace entonces? me pregunté...


Un letrero de "No volar por aquí" no creo que ayude mucho...



!Pobres pájaros mártires!

Les pasa por pájarones. Concluí finalmente jejeje...


Fue en mi paso raudo por la ruta 5.  A 120 por hora, rumbo a La Serena,

que divise a los molinos, en el llamado Parque Aeólico. Clic Clic...

(Estas fotos salieron movidas)...

Parque "Aeólico", no les parece una palabra grave esta y con corbata?... Prefiero "obturador"...


Pero en fin... Tampoco es que sea aun para lanzar cohetes o vociferar discursos,

esto del uso de las energías no contaminantes en mi país.

Falta todavía mucho camino por recorrer...


Pero un pasito dado hacía adelante, en dirección precisamente, hacía las energías nuevas,

limpias y renovables... Ha de ser siempre mejor, digo yo.

que dos dados para el lado... hacía la ignorancia y la ambición...

El venado

Aquí está ella pues, se las presento; ella, es la famosa "Merry Krisma”, la mismísima... Ella es la esposa del Papá Noél. Si pues; es la media naranja del viejito Pascuero...

Ustedes ya lo conocen, no se vayan a confundir, el viejito Pascuero, o Santa, como también se le conoce, es el que está por allá atrás en esta fotografía. Super cachudo está, fíjense bien, mirando con esa mirada perspicaz muy típica de marido cornudo.

El peladito que está jotéando a la Merry, ese, es solo un ayudante que viene al taller de juguetes cada año a ganarse un pitutito en la temporada alta y a hacerse el lindo con la dueña de casa.

En todo caso; Don Santa, viene cachando hace rato que algo raro pasa, por qué la Merry, se pone super cocoroca cuándo llega el pelado jetón ese, a removerle el gallinero y a pellizcarle la uva… Ya saben, que en todas partes se cuecen habas. – Y a él, que es rebuena persona, le están consumiendo parece, unos pensamientos bien poco navideños en contra del pelado…

Es que, ya se ve, el pobre hombre repartiendo regalos en esta navidad, con más cachos que el propio Rudolph,

que es el reno que la lleva en la manada. Y en vez; de ir cantando… ♫ Feliz Navidad, próspero año y felicidad ♫

Se ve tarareando… ♬ ¡El venado... el venado...♫

Incluso; les cuento, que ya tiene pegado el estribillo como a fuego en el pensamiento…


Así es que; debido a esto, ustedes, no se sorprendan sí, le llegan puras pequeñeces de regalo este año y no lo que pidieron en realidad... Sean tolerantes y comprensivos con esto, ok?... Porque es comprensible, que el hombre se distraiga, se equivoque y se desconcentre ... pónganse en su lugar.

La Merry, se quedará sola con el peladito en el taller. Y él, trabajando toda la noche el pobre infeliz. Con la sombra de la duda acompañándole en el trineo y con los celos picaneándole el orgullo…

Que más se podría esperar en semejante situación…

De seguro se distrae y de nuevo te dejará puros calcetines bajo el árbol.


Bueno; eso es todo por ahora... Feliz Navidad para todos, sean felices y disfruten en familia…


Un abrazo Navideño de los cariñosos para ustedes... y síganme para más novedades.